Un mejor entorno laboral, puede llevarte a encontrar la felicidad laboral.
Hablar de trabajo y felicidad como sinónimos es algo que siempre ha sido difícil y si lo hacemos suele ser en frases condicionales, donde la felicidad aparece subordinada al trabajo, pero no se contempla como parte de él.
Pongamos como ejemplo el colectivo de las personas que buscan de forma activa empleo, donde es habitual la creencia de que encontrar un trabajo te abrirá la puerta de la felicidad.
Una vez se logra el ansiado puesto de trabajo y pasa ese periodo inicial de satisfacción por haberlo conseguido, el binomio se repite, condicionando esa futura felicidad a que encajes en el grupo y, entre otras cosas, te sientas valorado, escuchado y respetado.
Cuando tienes, más o menos normalizada tu adaptación a la idiosincrasia de la empresa y a las personas que la integran, algo que en muchas ocasiones no se produce de forma inmediata, comienzas de nuevo a supeditar tu bienestar psicológico en la organización a que se den una serie de circunstancias que te lleven a ello.
No sentirse feliz en el trabajo hace que tu mente se ponga de nuevo en modo “futuro” para soñar con ese “paraíso laboral” que condicionan al día en el que consigas ese ascenso, esa subida de sueldo o ese destino deseado.
Si se da el caso de que se van cumpliendo esas expectativas, comprobarás que esa felicidad buscada te sigue siendo esquiva, por lo que te seguirá engullendo esa espiral insaciable de una búsqueda sin orden ni concierto.
La insuficiente luminosidad de tu oficina, la incomodidad de tu silla, el desfasado smartphone o tablet que utilizas, la baja gama de tu vehículo de empresa, la escasa formación que recibes, los incoherentes horarios, esas fechas de vacaciones que te asignan y que no suelen coincidir con las que desearías.
En fin, cualquier cosa que consideres mejorable en el entorno laboral, no te encaje o no se alinee con lo que crees u opinas, será la culpable de que no te sientas a gusto en tu trabajo.
Hazte la las preguntas adecuadas para sentirte bien desarrollando tu trabajo
Va siendo hora de que seas consciente de algo…
La felicidad no es algo que te va a traer envuelta en papel de regalo tu compañero de trabajo, la persona responsable de tu departamento o los cargos directivos que encabezan la empresa.
Si buscas respuestas que te puedan ayudar a sentirte bien desarrollando tu trabajo, hazte las preguntas adecuadas:
- La pregunta no es… ¿Cuándo seré feliz en esta empresa?
- La pregunta no es… ¿Qué tiene que cambiar en esta empresa para que yo sea feliz?
- La pregunta es… ¿Cómo puedo sentirme feliz en esta empresa, aquí y ahora?
- La pregunta es… ¿Qué puedo hacer yo para contribuir a la felicidad de las personas que formamos la empresa?
Es una postura muy arraigada en nuestras creencias la de que los responsables absolutos de nuestro estado emocional en la empresa son los dirigentes de esta en primer término y el resto de los compañeros después, por lo que nadie se libra, de tener que estar pendiente de nosotros para que nos sintamos bien.
Aunque, cierto es, que recibir un trato respetuoso, de empatía, de escucha y otras constructivas cualidades, impulsa enormemente nuestra actitud hacia un alto rendimiento, es imposible que con la infinidad de variables que rodean las interacciones de un ser humano desde que comienza el día, pueda estar siempre acertado en sus decisiones.
Aunque hoy en día disponemos de múltiples recursos de aprendizaje para adquirir habilidades sociales que armonicen nuestras diferencias de temperamento con los demás, hay que tener en cuenta que muchos comportamientos de recelo son solo consecuencia de nuestros miedos interiores y falta de confianza en nuestras capacidades para lograr los retos establecidos.
Hay que poner mucho de nuestra parte para aprender a gestionar de forma satisfactoria esos desequilibrios relacionales con nosotros mismos y con los demás, si conseguimos generar unos buenos hábitos de comunicación que lleguen a toda la plantilla de manera, sencilla e inclusiva, tendremos mucho camino andando.
Tenemos que acostumbrarnos a no atribuir casi siempre los errores a algo que no es debido a nosotros, sino a hechos y decisiones que acontecen a nuestro alrededor.
Es una buena elección que ese protagonismo que reclamamos cuando las cosas pintan bien, no nos lo quitemos de encima a la primera de cambio cuando las cosas se tuercen.
Me vienen a la cabeza las expresiones que utilizamos cuando nos preguntan sobre la nota de un examen, dependiendo de cómo nos haya ido:
¡He aprobado!, solemos responder en tono rotundo acompañado de una gran sonrisa.
¡Me han suspendido!, decimos en voz baja y con cara de pena.
La cultura feliz en la empresa no es ponerse en modo “Nirvana” desde el momento que inicias tu jornada, sino darte cuenta de que formas parte de un todo formado por proyectos, estrategias, objetivos y acciones que giran en torno a conseguir unos resultados y que la empresa para ello cuenta contigo. Por lo tanto, las personas que la integran son parte esencial en su evolución y crecimiento.
Como dice, Robin Sharma, una de las personas con más experiencia mundial en liderazgo y formación empresarial:
“No hace falta tener un cargo para ser un líder
Impulsar una cultura feliz es cosa de todos los miembros de la organización.
Es importante tener claro que sentirnos bien en el trabajo es algo que no debe verse alterado cuando nos toca hacer las cosas de manera distinta a como las haríamos nosotros, alegrándonos igualmente si se alcanzan los resultados deseados.
Asimismo, conseguir que nuestro rendimiento no disminuya, e incluso aumente, cuando dedicamos nuestro talento a potenciar el brillo del equipo, a sabiendas de que puede quedar algo difuminado, también es algo que beneficia enormemente al progreso de la empresa, es algo así como el conocido ejemplo de que a veces 1+1=3.
Con esa toma de conciencia, miras puestas más allá del corto plazo y mente abierta a las diversas formas de aportar…
- Sumaremos valor y nuevos recursos a la empresa.
- Abriremos la puerta a un compromiso sólido que va más allá de conflictos puntuales y tensiones duraderas que se dan en las organizaciones en determinadas circunstancias.
- Contribuiremos, no solo a la fortaleza de la marca de la que formamos parte, sino a crear un buen ambiente de trabajo que influirá de forma muy positiva en los resultados y en nuestro crecimiento como personas.
La felicidad laboral o cultura empresarial feliz, más potente y efectiva que puede tener una organización es la que genera un sentimiento de satisfacción y compromiso en los trabajadores que la integran cuando comprueban que esa imagen, siempre buena, que todas las organizaciones se encargan de transmitir de puertas hacia afuera es coherente con la que se vive de puertas hacia adentro.